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Watson miró la pila de pequeños libros (¿panfletos? ¿magazines?) que Dresden tenía al lado. El mago estaba sentado bajo un árbol y leía uno de ellos con cara de---no había manera de describirlo que no fuera "felicidad de niño pequeño".

Por un lado, a Watson no le gustaría molestarlo al verlo tan feliz y concentrado, y por el otro... las coloridas portadas llamaban su atención. Y ahora que se daba cuenta, las damas que lograba ver tenían muy poca ropa. ¿Sería acaso que Dresden estaba leyendo material... poco decente? ¿Y en un lugar tan público?

Una vez nacidas esas dudas, Watson se sintió en la obligación de preguntar. Así que se acercó y lo hizo. Con la mayor discreción y educación posible.

-Oh, son cómics -explicó Dresden muy animado-. Esto es parte de donde ha salido Spiderman en el año. Es mi superhéroe favorito.

Para entonces, Watson ya se había sentado junto al otro, dispuesto a recibir una explicación sobre qué eran cómics. Y recibió una grata sorpresa al constatar que ya había superhéroes entre ellos en Nadalandia. En cuanto a por qué Spiderman era el favorito de su amigo, tuvo que estar de acuerdo en que "con un gran poder viene una gran responsabilidad" era una magnífica razón.

Antes de darse cuenta, Watson ya estaba enganchado en los cómics, y se preocupaba en serio cuando alguno de los libritos terminaba en continuará. En trágico continuará. Entonces, Dresden hacía el favor de no reírse y le buscaba el siguiente número en la pila.

Dedicaron a eso semanas.

Desde luego, la gerencia de Nadalandia se los hizo pagar pronto, cuando un día ambos despertaron con mayas y máscaras que no podían quitarse. Pero también con superpoderes.

Bueno, no quedaba más que tratar de hacer el bien dentro de lo posible---y no avergonzarse demasiado por lo ajustado de la vestimenta, en el caso de Watson.