1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 | La biblioteca ese día estaba extrañamente callada, sin ninguna risa contenida o el bostezo molesto de los que van ahí solo a dormir. No, en esos momentos solo podían escucharse los suaves ruidos que deberían de caracterizar a todas las bibliotecas, en opinión de Twilight, claro. El susurro de las hojas al pasar de página, el delicado desliz de los libros al ser sacados de su repisa o el aliento contenido de aquel que está abstraído en su lectura. Definitivamente días como esos eran sus favoritos y los que le convencían de que valía la pena quedarse un par de horas en la biblioteca y no en su casa. Aunque. Apartó la vista del libro que reposa entre sus cascos (Fantasmas: Entre la leyenda y la realidad) al notar algo extraño. Escuchaba el pasar de las hojas, sí. Pero era como si estuvieran pasando muchas a la vez. Dejando que su curiosidad *científica* la dominara, Twilight colocó el separador entre las páginas dónde se había quedado y cerró su libro, haciéndolo levitar con su magia para llevarlo consigo al no atreverse a dejarlo abandonado en el piso. Caminó en silencio, siguiendo el peculiar ruido, dándose cuenta que venía de la sección donde estaban los libros de magia. Dejó su libro a un lado y se acercó lo más silenciosamente que pudo. Y, sinceramente, nunca se esperó ver algo así. Flotando unos cuantos metros sobre el suelo, se encontraba un ser encapuchado y de pálida piel. Tenía unos cuatro libros flotando a su alrededor y pasaba las páginas de los cuatro con un suave movimiento de su mano, sin necesidad de tocarlos. Twilight abrió todo lo que pudo sus ojos al observar aquello. ―F-F-Fa-Fa... Comenzó a tartamudear, llamando la atención del extraño ser, quien detuvo su lectura para mirarla. El ver el oscuro rostro, adornado solo con dos grandes ojos blancos fue todo lo que Twilight Sparkle pudo soportar. ―¡¡¡FANTASMAAAAAAAA!!! Y, sin pensarlo mucho, hizo brillar su cuerpo para teletransportarse fuera de aquel recinto, dejando que su grito resonara con fuerza por todo el lugar. Al ver desaparecer a la pony, el ser cerró los libros de golpe y los dejó en sus repisas correspondientes. Soltando un suspiro, se bajó la capucha, dejando al descubierto su morado cabello, así como la pequeña vena que palpitaba en su frente. ―Genial, ahora hasta asusto a los ponies. Raven contó hasta cien antes de decidir ir a buscar a esa pony morada y hablar con ella para explicarle que no era un fantasma. Pero *solo* porque sabía que si Starfire llegaba a enterarse la miraría mal por haberla espantado. Ni que decir que de seguro Robin no desaprovecharía la oportunidad para reírse de ella. ―Tendré que disculparme con un pony..... ¿esta dimensión puede ser aún más rara? |
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