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Eran lámina finísimas de una especie de piedra especular, transparente y coloreada, y de todos los tamaños y formas, rectangulares y redondas, rotas e intactas, algunas grandes como vidrieras de iglesia, otras pequeñas como miniaturas de alguna cajita. Yacían, ordenadas aproximadamente por su tamaño y su forma, en hileras que se extendían hasta el horizonte de la blanca llanura.
Lo que representaban aquellas imágenes era misterioso. Había figuras embozadas que parecían flotar en un gran nido de pájaro, o burros con toga de juez: había relojes que se fundían como el requesón, o muñecas articuladas que destacaban sobre fondos chillonamente iluminados y vacíos. Había rostros y cabezas compuestos en su totalidad de animales y otros que formaban paisajes. Pero había también imágenes completamente corrientes, hombres que segaban campos de maíz y mujeres que se sentaban en un balcón. Había pueblos de montaña y paisajes marineros, escenas bélicas y funciones de circo, calles y habitaciones, y siempre rostros, viejos y jóvenes, inteligentes y bobos, de bufones y de reyes, sombríos y alegres. Había imágenes terribles, de ejecuciones y danzas macabras, e imágenes divertidas de damiselas sentadas sobre una morsa o de una nariz que se paseaba y a la que todos los transeúntes saludaban.

[...]

-Son los sueños olvidados del mundo de los seres humanos -explicó Yor-. Un sueño no puede convertirse en nada una vez que se ha soñado. Pero cuando el hombre que lo ha soñado no lo guarda... ¿adónde va a parar? Viene aquí, con nosotros, a Fantasia, ahí abajo, a las entrañas de nuestra tierra. Allí yacen los sueños olvidados en capas finas, finísimas, uno sobre otro. Cuanto más se cava, tanto más espesos son. Fantasia entera se asienta sobre unos cimientos de sueños olvidados.

[...]

-Tú buscas el Agua de la Vida. Quisieras poder amar, para volver a tu mundo. Amar... ¡eso se dice muy fácilmente! El Agua de la Vida te preguntará: ¿a quién? No se puede amar sencillamente, en general y de cualquier manera. Sin embargo, tú lo has olvidado todo, salvo tu nombre. Y si no sabes contestar no podrás beber. Sólo te puede ayudar un sueño olvidado que vuelvas a encontrar, una imagen que te lleve hasta la fuente. Pero para eso tendrás que olvidar lo último que te queda: tendrás que olvidarte de ti mismo. Y eso requiere un trabajo duro y paciente.